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El Paraguay, desde alla

 

¡Bien llegados!

les Art-terriens, el 10 de enero 2011,

 

Muchos de ustedes nos enviaron mensajes atentos y animadores, que reforzaron nuestras convicciones. En la precipitación de la salida, no tomamos el tiempo de agradecerlos pero sepan que sus apoyos nos ayudan a ir mas adelante.


¡Para juntar la Creuse (donde vivimos en Francia) y Paraguay, imaginan que no se hace en un único movimiento!

Ya, pasó, que esperábamos varias horas a las puertas de nuestro departamento después de un viaje largo pero con cada etapas que se sucedieron perfectamente: cuatros horas a la estación de tren en Limoges regresando de España; tres horas en Montluçon regresando de Italia… ¡pero siempre al final llegamos! El Paraguay es a América del Sur lo que la Creuse es a Francia. Al aeropuerto de Asunción, un cartel de publicidad, para llamar la atención sobre los interés turísticos del país, pregunta algo parecido a este: “¿Que merece de ser conocido en Paraguay?”, y la respuesta evidente “El Paraguay.”! Este slogan suena un poco como el de antes que promocionaba la Creuse hace algunos años: “La Creuse, es todavía un secreto para todos”.


Entonces, después que alguien nos llevó al ferrocarril electrificado de la estación de tren de la Souterraine, llegamos a Paris por el fin de la mañana. Una lluvia bien pesada nos acompaña durante las horas que tenemos que esperar para encontrar un abrigo caminamos por los subterráneos del Louvre escuchando en las galerías las ultimas músicas que salieron. El trayecto en RER hasta Roissy donde ubica el aeropuerto nos permite de descubrir con estupefacción que hay casas de cartón a lo largo del carril. Esperamos algunas horas más antes que abre la oficina de la compañía aérea, algunas horas más que abre la puerta de embarco… Decolamos por fin cuando la noche envoltura la capital.


Aterrizamos al amanecer en Rio de Janeiro, son las cinco de la madrugada, hemos volado 12 horas. El siguiente vuelo que debe llevarnos a Asunción sale a las 18h48, tenemos que guardar paciencia durante 13h48 horas… La sala de espera del aeropuerto es grande, una enorme ventana nos ofrece una larga vista sobre las pistas donde los aviones se aparcan y se vacían de sus viajeros. Los vehículos chiquititos dando vueltas, vienen y van como hormigas alrededor de estos gigantescos pájaros de hierro. Atrás los cierros de la cuidad de Rio de Janeiro se levantan en pan de azúcar, podemos adivinar a famosa estatua del Cristo al tope de unas de estas montanas. Al fin del día hemos contemplado esta pintura iluminada por todos lados: el sol rozando el suelo y dominante, del amanecer al atardecer. Una tienda “duty free” nos sirve de distracción: los perfumes, las cremas hidratantes, los chocolates y al fondo la maquina que hace un café “gratis” como nos indicó un chico de la tienda vecina. Este chico nos dio esa preciosa información cuando él entendió que queríamos pagar nuestros cafecitos en euros y que solo aceptaba los reales brasileros y los dólares. Los segundos adelantan, los minutos, las horas y subimos en el avión. Decolamos en dirección de Buenos Aires donde una corta escala se transformó en 2 horas por causa de mucho tráfico. Las pistas son saturadas pero todo viene con paciencia y llegamos en Asunción a la una y media de la madrugada. A esa hora los maestresalas duermen, los colectivos son aparcados… Decidimos de dormir en unas sillas del hall hasta que salía el sol antes de intentar cualquier movimiento.


Despertamos con dolores por todo el cuerpo, el cerebro raciona de manera demasiada lenta, nos sentimos sucios y tenemos hambre… ¡Pero estamos felices de pisar Paraguay! Ahora el aire no es tan caliente pero, en comparación del hibierno francés, sentimos una fuerte sensación de humedad y de calor cuando salimos de la atmósfera climatizada del aeropuerto. Cogemos un colectivo en destinación Luque, una cuidad carca de Asunción, pensando que los precios de los alojamientos serian más baratos… Allá no hay ninguno hoteles nos explican algunas personas. Siguiendo los consejos de esas mismas personas cogemos otro colectivos por la cuidad de San Lorenzo. Efectivamente allí, encontramos un cuarto. ¡Tomamos una ducha y nos dirijamos directamente en la cama para descansar!


Hace dos días que estamos ubicados en San Lorenzo. Tranquilamente volvemos a tomar contacto con el Paraguay. En el parque central pasamos mucho tiempo para imprimirnos del ambiente: las parejas de enamorados que se abrazan en un banco; la gente que toma el refrescante terere; los niños que corren y juegan con el agua de la fontana; el megáfono del campanario que imita el sonido de las campanas para dar las horas; los vendedores de chipas y sus cestos encima de la cabeza que nos permiten de reanudarnos con el sabor y la textura de los pancitos de mañoca y maíz. El ruido de los viejos colectivos que descargan espesos nubes opacos, la tierra roja del parque tan liviana que vuela como arena, el olor de los escaparates de frutas y verduras demasiado calentados por los rayos del sol, las basuras concentradas en montones en cada esquinas de calles, los perros sin dueños ni agresividad que hacen la siesta en la sombra de los carros, la gente en moto que anda a veces de menara liviana por tener sandalias y ninguno casco, a veces con mucho peso por el nombre de pasajeros que llevan en el mismo vehículo a dos ruedas, las músicas con ritmos latinos que difunden las tiendas del mercado, los jugos naturales de naranja, melón, sandia, piña, limón que se encuentran por varias partes, los cantos de las cigalas que paran cada noche a las diez exactamente y mas…


Después de estos dos días para acostumbrarnos un poco a Paraguay, estamos listos para ponernos en acción…


Hasta pronto, Gaëlle y Fabien

 

 

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